Tanto oir hablar de este libro y de lo divertido que es, he acabado claudicando. Y la verdad es que me he reído bastante con la historia de esta familia descacharrante que me ha recordado un poco a la mía. Y en ocasiones me carcajeado incluso. Porque Bea es de un humor absolutamente incorrecto. Bueno, Bea y todos sus hermanos.
Bea es arquitecta, vive en Madrid con su novio arquitecto y tienen ya planes de boda. Sus vidas parecen estar encarriladas hasta que Bea se entera, sin querer, de que su novio le ha propuesto matrimonio para amortiguar la noticia de su próximo despido (el de ella) al mismo tiempo que le sorprende besándose con una famosa (y buenorra y cuatrilingüe) presentadora de telediario. En ese momento crucial, Bea decide mandarlo todo a tomar por culo, curro, novio y planes de boda, y volverse a casa de sus padres en Cantabria. Y bueno, como está un poquito desquiciada, monta unos goris que ríete tú ella si te atreves.
Vuelve, pues a casa de sus padres, donde vive su madre, que tiene el superpoder de saber qué enfermedad tienes con solo abrazarte; su padre cuando no está embarcado (y éste será su último viaje en barco, pues se jubila); y su hermano León, informático o algo así. Sus hermanas Irene y Debora ya no viven allí pero pasan mucho tiempo en casa de sus padres por unas circunstancias y otras. La vuelta de Bea al pueblo parece causar un terremoto en su familia, de la que de pronto empieza a saber cosas que desconocía por completo (y que no contaré aquí por no destripar, pero por dios lo que me he reído con la fiesta de despedida de Debora) y supone una catarsis para ella y su familia. Risas garantizadas, os lo aseguro.
Y aunque por medio haya una historia de amor, no es demasiado pastelosa. Brutal es la escena en la que se encuentra con la suegra ¡¡era tan absurda!! El final te deja un nudo en el corazón, la verdad, pero tampoco os puedo dar detalles sin cargármelo. Os la recomiendo sin dudas. Desintoxicante cien por cien, sin complicaciones, divertida, gansa...
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