27 de junio de 2013

Noticias de la noche - Petros Márkaris


Este es el primero libro de la serie de Kostas Jaritos, un teniente de la policía griega. Jaritos me ha caído fatal desde el principio hasta el final, especialmente por cómo trata a Adrianí, su mujer, todo el rato, con ese aire de superioridad, de control del poder. Y aunque hacia el final te va cayendo mejor a medida que sabes algo más de su vida, desde luego no me acaba de convencer. 

Jaritos tiene que investigar la muerte de una pareja albanesa que parece ser un ajuste de cuentas sin más hasta que una periodista llamada Karayorgui empieza a indagar sobre la presencia de un bebé en la casucha en la que vivían los albaneses. Karayorgui se había hecho famosa unos años antes al conseguir el procesamiento y la cárcel para un hombre que, al parecer, había abusado de las hijas de unos amigos. Jaritos descubre un pastón escondido en la cisterna de la casa de los albaneses y empieza a pensar que hay algo más, pero el sospechoso detenido (otro albanés) confiesa el asesinato y comienzan las dificultades. Cuando Karayorgui aparece asesinada en la cadena televisiva para la que trabajaba, después de haber anunciado una gran noticia que contaría en el telediario, y más tarde la compañera que le sustituía, Jaritos se da cuenta de que hay algo mucho más profundo que un ajuste de cuentas entre albaneses. 

Me ha costado acabármelo por varias cosas: primero, por esa afición a ejercer de GPS, relatándote cada calle por la que pasa para llegar a donde quiera que vaya; segundo, por los nombres de la gente: ya me cuesta con los ingleses, así que si hablamos de nombres y apellidos griegos, me pierdo de forma irremisible; y tercero, porque durante unos días no he podido leer y al retomarlo estaba un poco despistada. Le daré una segunda oportunidad a Jaritos más adelante.

19 de junio de 2013

Mala hostia - Luis Gutiérrez Maluenda



Atila es un detective privado más cutre que Torrente. Tiene una vida paupérrima desde que le despidieron por inflar la cuenta de gastos en la agencia de detectives para la que trabajaba, cargando la factura de un puticlub. Vive en un chiscón y su despacho está al fondo de un locutorio de internet. Está divorciado (no es de extrañar) y tiene un lío con Lena, la novia del dueño del locutorio. Además es machista y casposo. 

Néstor, un peruano dueño de un piso patera, le contrata para buscar a Galina, una bielorrusa que quita el hipo, con la que estaba liado, y que ha desaparecido sin dejar rastro. Néstor muere al poco tiempo de una paliza en un callejón, en circunstancias extrañas y con testigos imposibles. Atila se va metiendo cada vez más en un mundo que no es el suyo, el de las altas esferas barcelonesas, donde va descubriendo mierda por donde pisa. 

Además, conoce en un bar a una mujer con la que se lía una noche y a la que se engancha. Valentina le protege y le ayuda a resolver el misterio de la desaparición de Galina.

La novela es corta y tiene algunos puntos graciosos y de humor negro que me gustan, aunque Atila te cae mal desde el principio por lo cutre que es y la forma en la que malvive. Además es alcohólico, aunque él parece no saberlo. En fin, una joya. 

11 de junio de 2013

Los buenos suicidas - Toni Hill


A Toni Hill parecen gustarle los suicidios. Si en su primera novela, "El verano de los juguetes rotos", el inspector Salgado está encargado de la investigación de un aparente suicidio, en "Los buenos suicidas" se encarga de la investigación inicial de lo que parece un suicidio, el de una mujer solitaria llamada Sara. Pero sus pesquisas y las de su compañero y subordinado Fort les llevan a hilar este supuesto suicidio con el de un compañero de trabajo de Sara tres meses antes, que no sólo se había suicidado sino que además había acabado con la vida de su mujer y su hija. 

Paralelamente, Leire, la compañera de trabajo de Héctor en la novela anterior, está en su casa, de baja pre maternal, y decide, muerta del aburrimiento, investigar por su cuenta la desaparición de la mujer de Héctor, sucedida seis meses atrás sin que hasta ese momento se haya descubierto nada. 

Héctor y Fort llevan sus investigaciones hasta la empresa en la que trabajaban los suicidas, encontrándose con un grupo de lo más variopinto que parecen tener algo que ocultar. Cuando, unos días después, aparece muerta otra trabajadora de ese grupo, Andrea, la cosa está clara: hay algo escondido que afecta a ese grupo, pero todos parecen conchabados para no decir ni mú.

El libro está bien, es entretenido. Pero claro, después de leer a Jussi Adler-Olsen, se queda como cojo. No tienes mucha tensión que digamos, aunque supongo que una investigación policial en realidad no tiene muchos momentos de tensión y sí bastantes de hastío y aburrimiento. Pero bueno, para relajar la mente, vale.


5 de junio de 2013

Personas como yo - John Irving

John Irving Personas como yo

A veces Irving no me acaba de gustar. Lo mismo que me entusiasmé leyendo "El mundo según Garp", "Una mujer difícil", "Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra", "Oración por Owen" o "Hasta que te encuentre", en esta ocasión Irving me cansa. El estilo es el habitual, y en este caso, que hace tanto que leí el último libro de él que cayó en mis manos (La última noche en Twisted River) me ha sorprendido porque lo había olvidado. Pero en la primera mitad del libro hace tantas referencias a obras y personajes de Shakespeare, de los que no tengo prácticamente ningún conocimiento, que se me ha hecho muy espesa la lectura. 

Cuenta la historia de Bill, un muchacho que estudia en un internado en un pueblo perdido de Vermont. Su infancia está marcada por la ausencia de su padre, desaparecido cuando él era muy pequeño, y por los silencios de su familia (por las cosas que no le cuentan). Bill se siente atraído por otros chicos, y por chicas con apariencia de chicos. De hecho, su primera experiencia sexual es con una transexual. 

En realidad, lo mejor de la historia ha sido leer cómo ha progresado la tolerancia en cuestiones de sexo (al menos en los países "civilizados") en estos últimos sesenta años: de considerar la homosexualidad como una enfermedad que se puede curar, a la normalidad de Chueca. Eso sí, pasando por los años 80-90 en que los homosexuales morían a montones por el SIDA, sus terribles consecuencias para las familias, las enfermedades que llevaba aparejadas... Y, aunque no os lo creáis, una parte de la obra transcurre en Chueca, donde vive alguien que es importante para Bill. 

Vamos, se deja leer. Pero si queréis empezar a leer a Irving, no comencéis por éste (ni por "Un hijo del circo").