Una minidelicia de Roald Dahl, del que soy una fan absoluta. Un relato cortísimo, un cuento, en el que va tirando y tensando la cuerda hasta el final.
Mike Schofield, un corredor de bolsa londinense invita a comer junto a él, su mujer y su hija a tres personas: un matrimonio y un famoso gastrónomo, Richard Pratt. Pratt suele hacer pequeñas apuestas con Schofield con el fin de adivinar el vino que se está sirviendo en la mesa, pero esta noche la apuesta será mayor. Cuando Schofield sirve el segundo vino de la cena comenta que será imposible adivinar cuál es, pero Pratt se viene arriba y aumenta la apuesta: si gana, se casará con la hija de Schofield; si pierde, perderá sus dos casas. Así, esta cata de vino estará cargada de tensión que seguirá hasta el giro final.
Son apenas ochenta páginas, ilustraciones incluídas, que se leen en un visto y no visto. Roald Dahl es un auténtico artista para resumir en pocas palabras una situación cualquiera. Y aunque se le conoce más por sus libros infantiles (Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate), sus relatos para adultos son buenísimos.
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