Juanito Pérez Pérez es un tipo anodino, normal y corriente. O eso parece. Porque tras la fachada de persona que no llama la atención se esconde un asesino a sueldo con quince muertos a sus espaldas. Número Tres es su apodo de guerra, por el que es conocido en La Empresa, para quien trabaja. Es de los mejores.
Juan se va de vacaciones con sus hijos por primera vez desde su separación. De camino a la playa recibe un encargo que le cambia las vacaciones: deberá ir a un cámping nudista a vigilar la próxima "entrega". Los datos que le dan le llaman la atención: la matrícula del coche de la persona que tiene que vigilar coincide con la del coche de su exmujer. Y allí, en el cámping, se la encuentra. A ella y al juez estrella del momento, Beltrán. Todos en pelotas. Pero no está su coche, que ha sido vendido. Poco después, Juan encuentra en el mismo cámping a Tony, su amigo de la infancia, al que un tiro de la pistola de aire comprimido de Juan le dejó ciego, y otro tiro, años después, le hizo perder una pierna. Tony resulta ser el nuevo dueño del coche de su exmujer y Juan, entrenado para oler el peligro, ve extrañas tantas coincidencias. Pero, al mismo tiempo, una de las monitoras del cámping, Yolanda, se encapricha de Juan y se entretienen en follar, lo que hace que Juanito no esté tan centrado como debe. Cuando encuentra al Número Trece en el cámping, uno de sus compañeros en la Empresa, y a continuación le llaman para decirle que se aborta la misión, Juanito empieza a pensar que tal vez el objetivo es él y empieza a emparanoiarse.
El hecho de que todo (o casi todo) transcurra en un cámping nudista lleva a momentos absurdos e hilarantes, que restan tensión al momento que vive Juan y nos permiten relajarnos de la trama en sí. Porque el libro está la mar de bien y la trama se va trenzando con la historia personal de Juan y la del antiguo Número Tres. Quizás el final es demasiado redondo, almibarado, no sé. Es poco ácido para lo que leemos en el resto del libro. Pero en general está bien. Novela policíaca en un entorno nudista, hagamos unas risas.