Ooooohhh, con este libro acabo con los publicados (por ahora) en España de la serie del Departamento Q. Ha sido un flechazo a primera vista lo mío con Adler-Olsen.
En esta ocasión, el departamento Q investiga la desaparición de varias personas la misma semana de hace muchos años. Personas variopintas y que no parecen tener nada en común, más que el hecho de haber desaparecido al mismo tiempo y no haber dejado rastro. La trama se teje con las historias de Carl Morck y el caso que dejó tetrapléjico a su compañero, la vida de Assad, la historia de Nete Hermansen, una mujer mayor que tiene una rara historia detrás, y una sociedad oculta, "La lucha secreta", que se dedica a esterilizar sin su conocimiento a mujeres a las que considera subhumana por no ser lo suficientemente puras de sangre y castas.
A medida que vamos conociendo la historia de Nete, se nos presenta a nuestros ojos una parte de la historia de Dinamarca que sorprende: la de la limpieza étnica. Nete es internada en la isla de Sprogo, en una especie de manicomio-reformatorio para mujeres con poca inteligencia o dadas a la promiscuidad, y vive una existencia horrible privada de cariño y tratada como un animal. La verdad es que sorprende, porque la idea que tenemos de los países nórdicos es tan idílica... en fin, en todas partes cuecen habas. Y vamos conociendo a Kurt Wad, uno de esos que se dedican a la limpieza étnica, un cabronazo con todas las letras que se cree superior a los demás.
Con todos estos mimbres nos encontramos un cesto bien tejido que te deja con ganas de más, como siempre. Ganas de saber más de la vida de Assad, ganas de saber cómo se resuelve el caso de la pistola clavadora, de saber si la historia de Carl y Mona funciona o no... en fin, de más. Ruego a Maeva que traduzca pronto el siguiente libro del departamento Q.
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