Coral Glynn es una enfermera a domicilio que es contratada por el comandante Hart para cuidar de su madre moribunda. El comandante también está enfermo, tiene la piel quemada por una explosión en la guerra, pero su estado físico no le preocupa. Cuando la señora Hart muere al cabo de tres semanas, el comandante se da cuenta de que se va a volver a quedar solo con la criada (una señora Prence que es una auténtica metomentodo de lo más antipático) y decide proponerle matrimonio a Coral, que acepta aunque apenas conoce al comandante de dos charlas insustanciales. Pero como ella en sí misma también es insustancial, pues qué más da.
El libro es insustancial por cualquier lado que lo veas. La historia es insustancial y absurda. Los amigos del comandante Hart son casi tan raros como el mismo comandante. La vida de Coral es absurda e insulsa, antes y después de su matrimonio. En fin, lo único de interés es el desenlace final, las diez últimas páginas, donde la historia da un giro copernicano. Pero que tampoco es que sea para tirar cohetes. En suma, a mí me ha parecido una historia prescindible. Con la de cosas que hay por leer.
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