Atila es un detective privado más cutre que Torrente. Tiene una vida paupérrima desde que le despidieron por inflar la cuenta de gastos en la agencia de detectives para la que trabajaba, cargando la factura de un puticlub. Vive en un chiscón y su despacho está al fondo de un locutorio de internet. Está divorciado (no es de extrañar) y tiene un lío con Lena, la novia del dueño del locutorio. Además es machista y casposo.
Néstor, un peruano dueño de un piso patera, le contrata para buscar a Galina, una bielorrusa que quita el hipo, con la que estaba liado, y que ha desaparecido sin dejar rastro. Néstor muere al poco tiempo de una paliza en un callejón, en circunstancias extrañas y con testigos imposibles. Atila se va metiendo cada vez más en un mundo que no es el suyo, el de las altas esferas barcelonesas, donde va descubriendo mierda por donde pisa.
Además, conoce en un bar a una mujer con la que se lía una noche y a la que se engancha. Valentina le protege y le ayuda a resolver el misterio de la desaparición de Galina.
La novela es corta y tiene algunos puntos graciosos y de humor negro que me gustan, aunque Atila te cae mal desde el principio por lo cutre que es y la forma en la que malvive. Además es alcohólico, aunque él parece no saberlo. En fin, una joya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario