Ésta es la historia de Hanna Reström, que luego fue Hanna Lundmark, y después Hanna Vaz, y más tarde Ana Branca.
Hanna Reström vive en un pueblecito de Suecia. Es pobre de solemnidad, tanto, que cuando llega un año de sequía su madre decide que debe irse de casa y buscar a unos familiares que trabajan en la costa. Viaja hasta allí con un hombre, Forsman, que acaba dándole trabajo como criada en su casa y que le busca trabajo, poco después, como cocinera en un barco que va a Australia, nada más y nada menos. Y así comienza su aventura, una aventura que le lleva a caer enferma un tiempo después, justo cuando acaba de fugarse del barco al atracar en Lourenço Marques (actual Mozambique), y a recalar en lo que ella cree que es un hotel, que en realidad es el burdel más famoso de la ciudad.
Hanna descubre, durante su recuperación, que los europeos afincados en Lourenço Marques creen que los negros son seres inferiores y los tratan como a morralla. Ella, en un principio, se extraña. Luego se deja llevar por esa creencia, y más tarde se da cuenta de su error e intenta tratar a los negros como iguales, aunque con un resultado poco alentador, pues los negros desconfían por sistema de los blancos, especialmente si parecen tener buenas intenciones.
Hanna acaba siendo la dueña del burdel y una mujer rica, pero mal vista por la sociedad blanca que le rodea por su relación con los negros.
La vida de Hanna y sus relaciones con los que le rodean nos llevan al cambio interior que sufre. No es su peripecia vital lo que más me ha gustado, sino los meandros de su pensamiento. Su forma de enfrentarse a todos por lo que ella considera justo, sin importarle las consecuencias que puedan acarrearle sus actos.
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