Cualquier lectópata se siente atraído por un libro que tenga en su título la palabra "librería" o "biblioteca". Éste cayó en mis manos por casualidad y me lo he leído en menos que pía un pollo, en parte por sus pocas páginas y en parte porque te atrae y te engancha. Lo malo es que sales de él con una lista de libros por leer aún más grande que la que tenías antes...
Charlotte es la anciana propietaria de una librería de las de antes, de estanterías de roble hasta el techo y pesados cortinajes. Desaparece un día sin dejar más rastro que una nota para su sobrina Valerie, en la que le pide que se encargue de todo. Valerie es una joven moderna que acaba de terminar la carrera, se prepara para un máster y se encuentra con el marrón de regentar una librería que nada tiene que ver con los cánones actuales de las librerías, ni de la economía de mercado ni con ná de ná.
Pero poco a poco se sumerje en el mundo de los libros y va descubriendo historias nuevas detrás de ellos, e historias de los compradores de libros de su librería. Conoce a personas que le hacen ver de una forma distinta los libros y personas con las que su tía había tenido relación. Y, poco a poco, pasa un año entero y una sorpresa la encuentra al final de ese año.
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