Hace unos días, mi amiga Sara me comentaba que estaba deseando que sus hijos crecieran un poco para leerles "El paquete parlante", de Gerald Durrell. Mi primer Durrell fue "Mi familia y otros animales", con el que me lo pasé de muerte, y a ése le siguieron otros de la misma saga. "El paquete parlante" lo descubrí después, ya con quince años, y me pareció tan divertido como todo lo que había leído de Durrell (que creo que es prácticamente todo). Este libro en concreto está dirigido al público infantil y juvenil, aunque realmente cualquier libro de Gerald Durrell (no confundir con Lawrence Durrell, que es bastante menos para público infantil) puede ser leído sin problemas por un niño.
En "El paquete parlante", dos hermanos gemelos, Simón y Pedro, van a pasar el verano con su prima Penélope, que vive en Grecia. El contraste entre su Inglaterra natal y las playas griegas sume a los tres en el dolce far niente veraniego hasta que Penélope descubre, en la orilla, un paquete que habla. Entre los tres abren el paquete y encuentran dentro a Loro y a su amiga Dulcimila, una araña. Loro y Dulcimila habían sido secuestrados por los basiliscos que habitan Mitología y, envueltos en un paquete, arrojados a las aguas del mar. Inmediatamente, Pedro, Simón y Penélope deciden ayudar a Loro y a Dulcimila a volver a Mitología y se adentran en un mundo de aventuras lleno de unicornios, sirenas, fueguipatos, minovacas y otros seres de lo más variado. Entre todos tienen que conseguir encontrar y devolver sanos y salvos los tres libros parlantes en los que se encuentra todo el conocimiento de Mitología. Los libros han sido robados por los mismos basiliscos que habían secuestrado a Loro y Dulcimila, y están ocultos en las mazmorras del castillo de los basiliscos.
Y entre unos y otros, con la ayuda de los más diversos personajes que habitan en Mitología, van preparando un plan para el rescate...
En definitiva, un libro muy divertido y entretenido, apto para todos los públicos, un clásico de la literatura infantil y juvenil. Y una buena manera de adentrarse en el mundo de Gerald Durrell.
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