Ian Drake es un niño de diez años que va a la biblioteca siempre que puede. Ian tiene una familia profundamente religiosa y una madre que no quiere que lea cosas tan terribles como Harry Potter, historias de Roald Dahl ni nada que tenga que ver con la teoría de la evolución de las especies. De frente se topa con la bibliotecaria, Lucy Hull, incapaz de negarle al niño ningún libro (porque además, al parecer, eso atentaría contra la primera enmienda a la constitución de los Estados Unidos, la que preconiza que no habrá leyes que establezcan una religión oficial; y que hay libertad de religión y de expresión; tomen nota nuestros próceres patrios). Lucy proviene de padres rusos, no tiene pareja aunque sale con un tipo y deja que su vida transcurra entre libros de cuentos y talleres de origami.
Ian, además, es visto como homosexual por cuantas personas le conocen en el cole y en la biblioteca, razón por la cual sus padres le apuntan a una especie de cursillo para que se le pase, en algo parecido a una secta.
El círculo viciado y opresivo de Ian se va estrechando entre unas cosas y otras, pues apenas puede leer nada ya que la canguro le vigila cuando no lo hace su madre. Así que Ian hace lo único que puede hacerse en esos casos: fugarse. Y se fuga a la biblioteca, donde lo encuentra Lucy, que decide, a su pesar, devolverlo a su casa. Pero la cosa se complica y acaban llegando a la frontera con Canadá en el estado de New Hampshire, 2.000 kilómetros más allá. En una huida en la que Lucy trata de sonsacar algo a Ian que la haga pensar que está haciendo bien. Es una escapada un tanto delirante a los ojos de cualquiera con dos dedos de frente. Ella misma se cuestiona lo que está haciendo, a dónde le va a llevar todo eso, cómo va a ser su vida después del secuestro de Ian. Porque aunque en realidad Lucy no le haya secuestrado, legalmente es un secuestro.
La resolución de la huida es un tanto macarrónica y difícil de creer, pero esta es una obra de ficción. Y aunque en muchos sentidos apoye los motivos que llevan a Lucy a escapar con Ian, no creo que sea tan fácil resolver un entuerto así. Aunque, como dice ella misma,
En cambio, los libros... Sigo creyendo que los libros sí que pueden salvarte.
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