Está claro que los franceses escriben la novela negra de forma distinta que los nórdicos. Y eso que se supone que tienen más antigüedad en el negocio.
La ausencia del ogro comienza sus andanzas en Nueva Orleans, donde Ingrid es salvada de un ataque sexual de parte de dos hombres por un gigante armado con una motosierra. Este gigante, de nombre Brad, es jardinero. Ingrid y Brad se hacen amigos y comparten confidencias.
De pronto la acción salta a París unos años más tarde. Una mujer aparece muerta en un parque. Uno de los jardineros no aparece. En la investigación del hecho aparece, en la habitación del jardinero, un folleto publicitario de una masajista que resulta ser Ingrid. El jardinero es Brad y ha cambiado de nombre y se llama Bernard.
A partir de ahí, Ingrid intenta, con la ayuda de su amiga Lola, excomisaria de policía, encontrar a Brad y solucionar el caso. Hay monjas, okupas, artistas, constructores, viejos libros sobre botánica... hay de todo. A veces un poco enmarañado. A veces un poco tramposo. Pero con un final impecable.
No es de morderse las uñas, no es tenso, pero está bien montado, bien hilado, no deja cabos sueltos y se lee con rapidez.
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