Es dura, durísima. En un momento dado tuve que dejar de leer, pues no podía más de la tensión, la mandíbula apretada, el estómago hecho un nudo.
Intemperie cuenta la historia de un niño que se escapa de casa, que huye de su casa más bien, y se esconde en un hueco en la tierra para que no le encuentren. Es un niño de pueblo en una época desconocida, aunque se intuye que fuera los años cuarenta. El niño emprende su huída en cuanto puede, saliendo del agujero en el que se ha escondido, y apartándose de su pueblo a marchas forzadas, sin pensar en lo que pueda encontrar más allá, en lo que pueda venir después.
En esa escapada tropieza con un pastor y sus cabras. El cabrero es un hombre muy mayor, artrítico, poco hablador, que se limita a darle de comer y de beber sin hacer preguntas, sin pedir cuentas. El niño y el cabrero siguen camino juntos sin contarse nada de sus vidas, pero el cabrero sabe mucho más por viejo que por diablo y sabe que el niño oculta algo. Y le esconde cuando viene gente. El cabrero hace suyo el miedo del niño cuando se da cuenta de que el alguacil le anda buscando, pero no por ello le traiciona.
A medida que avanza la historia, y sin que apenas se nos dejen ver atisbos de la vida del niño en su pueblo, una se va imaginando las razones de su fuga y la historia se va volviendo más y más tensa hasta el duro desenlace final.
Jesús Carrasco hace en esta novela un alarde gramatical y de vocabulario que para sí lo quisieran algunos premiados con el Nobel. Te da un máster de palabras en desuso y casi olvidadas. Me ha recordado a Miguel Delibes, la verdad. Y la historia es tan inquietante, tan tensa como el mejor thriller de acción, como la mejor de las novelas negras. Un libro para leer siempre y cuando no estés de bajón, tristona, deprimida. Altamente recomendable a pesar de su dureza.
2 comentarios:
Ya habia visto que lo estabas leyendo y quería saber tu opinión.
Estoy contigo, es duro, muy, muy duro. Y como comentaba con alguien el título está elegido muy bien porque no solo son los personajes quienes están a la intemperie, sino nosotros los lectores.
De lo mejorcito que he leído en el 2013.
Uf, sí. Es que además el por qué de su huida es algo que me toca muchísimo la fibra sensible. Dan ganas de abrazar al niño, de darle amor maternal, de ofrecerle un lugar donde estar, donde sentirse querido. A mí al menos me sacaba la mamá loba que llevo dentro.
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