7 de mayo de 2010

Ojos de agua - Domingo Villar



Me vuelve a cautivar este pobre Leo Caldas, junto a su compañero Rafa. Ésta es en realidad la primera novela de la serie, que continúa con "La playa de los ahogados". Como siempre, me leo la segunda antes que la primera...
En éste primer libro Leo se enfrenta al asesinato de Luis Reigosa, que aparece muerto en su cama, finiquitado de una forma cruel y muy dolorosa. Al mismo tiempo, el inspector Caldas debe bregar como puede con la fama que le proporciona su participación en el programa radiofónico "Patrulla en las ondas" y con el carácter violento de su compañero Rafael Álvarez, que además no entiende la idiosincrasia de los gallegos y desespera en los interrogatorios cuando a sus preguntas recibe como respuestas otras preguntas (y este "problema" nos lleva a alguno de los momentos más hilarantes de la novela, quien conozca algún gallego de pura cepa lo sabe).
La investigación les lleva a la conclusión de que Reigosa es homosexual y deciden tirar de ese hilo. Y la verdad es que a mí me resulta sorprendente que, a estas alturas de la vida, ser homosexual implique un problema, que la sociedad lo vea mal, que haya quien lo oculte por el qué dirán.
Hay un párrafo con el que me reí un montón, que estoy convencida de que traerá recuerdos a los que tengan mi edad o un poco más. Es un momento en el que Reigosa recuerda momentos de su infancia con su amigo Ramón, y las enseñanzas recibidas en el colegio. Dice así:

(...) También, desde el púlpito, don José había enseñado a los alumnos de diez años a decidir en situaciones límite: cuando un terrorista amenaza a la familia de un niño con una ametralladora y pide a ese niño que pise una Sagrada Forma para liberar a los suyos,  el niño no tiene que pisarla, pues si el terrorista cumpliese su amenaza y disparase, su familia iría, entera y feliz, al cielo en santo martirio.

Es una teoría retorcida, que me hace reflexionar sobre en qué manos hemos estado y en que, al final, la mayoría no hemos salido muy perjudicados, a pesar de todo. Y en cuán peligrosamente cercana está esta enseñanza de lo que hoy se le inculca a un terrorista suicida. Si va a ser que no estamos tan lejos del extremismo religioso como algunos pensaban.

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