Saturnine responde a una anuncio en prensa que solicita persona para compartir un apartamento. El anuncio es goloso, porque es en el centro de París y el importe del alquiler es ridículamente bajo. Al llegar al piso, encuentra un montón de mujeres esperando para ser entrevistadas, pero la ganadora acaba siendo ella, Saturnine. El dueño del piso, un aristócrata español más raro que un perro verde, tiene mala fama, puesto que las ocho últimas inquilinas habrían desaparecido sin que se supiera su paradero.
La única condición impuesta por el noble a Saturnine es no acceder a un cuarto en concreto del amplio apartamento. Saturnine vive con un lujo inimaginable mientras habla y habla y habla con el noble, mientras hablan, comen, beben, se enamoran, hablan, dan vueltas a estupideces, hablan más y al final... al final un final absurdo como toda la novela.
Desde luego dista mucho de "Estupor y temblores", que fue su primera novela y que me pareció deliciosa y divertidísima. En esta da muchísimas vueltas sin llegar a nada y ya está, novela acabada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario