Chicago, 1969. Una muchacha negra desaparece y su abuelo pide ayuda para encontrarla. Por supuesto, no la pide a la policía porque tras los disturbios por la muerte de Martin Luther King no están por la labor de ayudar a los negros, sino a Woody, el tío abuelo de Cassandra. Nos adentramos en los barrios negros de Chicago donde todo es miseria y cutrez, y en los grupos de protesta de negros universitarios, desde donde se lucha contra el poder (blanco) establecido.
Cassandra tuvo una infancia de mierda, y sólo se libró de ser una adolescente problemática gracias a que su madre la abandonó y su abuela se murió cuando Cass empezaba a despuntar. Ivy y Woody la acogieron en su casa y le dieron una educación que no habría tenido en otras circunstancias. Ivy y Woody son negros, sí, pero de un estatus diferente al de los negros empobrecidos. Y es a Woody a quien el abuelo de la muchacha desaparecida pide ayuda. Y pronto se da cuenta de que esa desaparición es, cuanto menos, rara. Y peligrosa para sus vidas. Y se van metiendo los tres en una trama violenta en extremo que les hace arriesgar sus vidas.
Es un libro muy al estilo de las pelis de Humphrey Bogart. Te lo imaginas en blanco y negro, con esos cochazos de antes. Pero no me ha acabado de calar, la verdad. Aunque es corto y se lee bastante rápido, no ha sido una historia que me haya acabado de gustar.
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