Hace catorce años me leí por primera vez "A sangre fría". Entonces me pareció un libro apasionante, una literatura distinta, una investigación periodística convertida en novela. Así que, como andaba en dudas sobre qué leer y no encontraba nada que me enganchara, volví a Capote, que siempre me ha gustado mucho.
Ya me pasó con "Anna Karenina", que me pareció magistral cuando la leí la primera vez, en plena adolescencia, y un tostón en la relectura que hice en la madurez. "A sangre fría" no me ha parecido un tostón, pero después de haber leído una tonelada de libros policíacos, de thrillers nórdicos y de novela negra durante estos años, se me ha hecho lenta la trama. Desde luego no tiene ese ritmo trepidante que tienen los thrillers actuales, y si bien la trama engancha, a ratos se hace pesada. El relato del viaje de los asesinos a través de varios estados y de México no me aportó nada.
La novela cuenta un hecho real, el asesinato de cuatro miembros de una familia querida por todos en un pequeño pueblo de Kansas en 1959. El botín, apenas unos dólares. La desconfianza que se crea en el pueblo, donde la gente sospecha del vecino, y la investigación llevada a cabo por la policía es lo más interesante de la novela. Los retratos psicológicos de los asesinos aburren un poco, por no hablar de la (extensa) carta que el padre de uno de ellos escribe para que le concedan la condicional por un delito cometido con anterioridad a los asesinatos.
Si nos vamos mentalmente a la época en que sucedieron los hechos y se escribió la novela, o recordamos alguna otra escrita en la época, nos damos cuenta de que la técnica es novedosa. Por no hablar de que Truman Capote llegó a trabar amistad con los asesinos y se entrevistó con ellos en varias ocasiones para lograr más información. Hoy, ya digo, me da la sensación de que en estos catorce años de enganche a los nórdicos "A sangre fría" parece haberse hecho viejecita y un poco achacosa. Aunque siempre interesante.
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