Pues nada, está visto que la temática sadomaso está de moda. Aquí Cleo, policía que quiere ser agente del FBI, se ve abocada a una misión del FBI para encontrar a su hermana, también agente federal, que ha desaparecido en medio de dicha misión. Unas mujeres han aparecido muertas y todas tienen como nexo en común haber desaparecido tiempo antes de sus países de origen y sentirse atraídas por el BDSM. Y como no debe de haber suficientes agentes federales, escogen a Cleo para sustituir a su hermana, para lo cual precisa del entrenamiento exprés de alguien metido en ese mundo, agente federal también, que resulta ser amigo de su hermana y que está enamorado de Cleo desde pequeño... y es que el mundo es muy chico...
Y claro, por supuesto, este hombre está buenísimo hasta el infinito y más allá y se propone entrenarla a todo correr en una semana para poder participar en el torneo de DS (dominación/sumisión) que se va a celebrar ya mismo. Así que sí, mucho sexo hay, pero también otras cosas. Y es que el BDSM no es sólo liarse a latigazos.
Es bastante mejor que las 50 sombras de Grey, cosa que no era difícil, la verdad. Cloe se descojona del libro, por cierto, y de la diosa interior de su protagonista. Y en tres líneas te cuentan por qué el señor Grey tiene cicatrices en el pecho, con lo que Lena Valenti me ha hecho un inmenso favor: ya no tengo que leer los otros dos libros de las cincuenta sombras. Y aunque a medida que leía "Amos y mazmorras" pensaba que no merecía la pena leer el segundo, el giro final hace que me lo piense.
La chica de la portada me recuerda a alguien. No sé si a Christina Rosenvinge o a alguna actriz de la que no recuerdo el nombre.
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