Flavia de Luce es una niña de once años que vive en una mansión junto con su padre y sus dos hermanas mayores, a las que detesta. También habita en la mansión Dogger, un jardinero-mayordomo-chófer que fue compañero del padre de Flavia en alguna guerra, y que padece algún síndrome asociado a la guerra.
Flavia tiene una pasión, la química, desde que descubrió la existencia de un laboratorio de lo más completo en la mansión, lleno de libros de química que le fascinaron nada más poner sus ojos en ellos. La niña es capaz de sintetizar los peores venenos a partir de las simples plantas del jardín, así que no es una niña cualquiera.
Una noche, Flavia oye gritos y, espiando, descubre que su padre, adicto a la filatelia, está discutiendo acaloradamente con un hombre que más tarde encuentra exangüe en el jardín, y que muere mientras le observa. Sólo dice una palabra, en latín: Vale! La policía detiene a su padre en la creencia de que es el autor del asesinato y Flavia, que no quiere ser una plañidera como sus hermanas, decide investigar la muerte del hombre por su cuenta, metiéndose en berenjenales cada vez mayores pero haciendo interesantes descubrimientos.
Flavia es todo un personaje, una niña fuerte y con una mala leche importante, que se ha hecho la dura en un ambiente hostil (sus hermanas son odiosas y la madre murió cuando ella tenía tres años), y tiene un punto de ironía y sarcasmo que me gusta. El libro es entretenido, ligero, no para comerse la cabeza, por supuesto, pero con su intriga y su misterio. Lo recomiendo para tardes de piscina o entre libro intenso y libro intenso.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo contigo, lo leí hace tiempo y es eso, para quitarte la intensidad de un libro anterior y prepararte para otra lectura apasionante.
Chao!
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