15 de enero de 2017

El caparazón de la tortuga - Lola Mariné


Ángel es un muchacho de quince años, poco popular y retraído que vive en un pueblito pequeño. Un día, Ángel desaparece sin dejar rastro. Había dicho que se iba a estudiar a casa de un amigo el fin de semana, pero el domingo por la noche no aparece y sus padres, tremendamente preocupados, acuden a la policía a denunciar su desaparición. Lo que en principio parece una escapada adolescente se va prolongando en el tiempo sin que los padres tengan la menor noticia de su hijo.

Pero Ángel tenía un plan perfectamente trazado: ir a Barcelona a reunirse con sus amigos cibernéticos del foro para escritores amateurs del que formaba parte. Y él, que se cree más listo que nadie, cae en la trampa de un hombre que le llama, a la salida de la estación de tren, por su nick en el foro: Mephisto. Este hombre le engatusa, le invita a comer un bocata y, para cuando Mephisto se quiere dar cuenta, se encuentra en la cama de una habitación de una casa desconocida para él, con un pijama que no es suyo y con un mayordomo que le ofrece un desayuno. A partir de aquí, el hombre que le ha recogido en la estación le cuenta su plan perfecto para ambos: él es un escritor de éxito con su primera novela y no es capaz de escribir la segunda y quiere que sea Mephisto quien la escriba por él a cambio de todos los beneficios que genere la venta de la misma y de una vida regalada y con todos los lujos, pero, eso sí, sin comunicación con el exterior. Y así nos encontramos una primera mitad de la novela completamente claustrofóbica.

En la segunda mitad se nos cuenta no solo la historia de Mephisto, sino también la de Víctor del Valle, su secuestrador, y la de Bihor, el mayordomo, con lo que la historia deja de ser tan claustrofóbica y se abre a otros mundos, otros países y otras realidades, lo que le da otro punto a la historia. 

El final es un poco previsible, pero la historia está bien trazada y no deja flecos. Recomendable.

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