19 de marzo de 2010

Sin noticias de Gurb - Eduardo Mendoza


Últimamente he leído un par de libros surrealistas más. Surrealistas por el modo de abordar la cotidianeidad, y no en el sentido estricto de la palabra. En concreto éste "Sin noticias de Gurb" ya lo había leído hace tiempo, tanto en su formato de libro como cuando salió publicado por entregas en "El País", allá por el año 1990, creo. Está ambientada en la Barcelona preolímpica y cuenta la historia de Gurb y su compañero de viaje, ambos extraterrestres, que llegan a la tierra para cumplir una misión que les han encomendado, para lo cual Gurb adopta la forma de Marta Sánchez, y desde el momento en que abandona la nave, su compañero deja de tener noticias de él. Es entonces cuando el compañero, de nombre desconocido, comienza a buscar a Gurb, para lo cual adopta diferentes formas humanas, a cual más hilarante, y es protagonista de sucesos absurdos a más no poder.

En realidad, la obra es una crítica a la Barcelona anterior a la Olimpiada, completamente llena de zanjas y obras (y cómo me suena esto, porque en Madrid llevamos muchos años siendo preolímpicos...). Hay algunas cosas que suenan ya de lejos, como que sea alcalde Pascual Maragall, y otras que son de "rabiosa" actualidad como ésta:

01.30 Me despierta un ruido tremebundo. Hace millones de años (o más) la Tierra se formó a base de horrorosos cataclismos: los océanos embravecidos arrasaban las costas, sepultaban islas mientras cordilleras gigantescas se venían abajo y volcanes en erupción engendraban nuevas montañas; seísmos desplazaban continentes. Para recordar este fenómeno, el Ayuntamiento envía todas las noches unos aparatos, denominados camiones de recogida de basuras, que reproducen bajo las ventanas de los ciudadanos aquel fragor telúrico. Me levanto, hago pis, bebo un vasito de agua y me vuelvo a dormir.

Parece mentira que, veinte años después, sigamos con este sistema sin que nadie parezca molestarse en buscar algo mejor.

Esta mininovela tiene momentos que rayan el absurdo, por no decir que toda ella lo hace, pero ha perdido un poco de su gracia con el paso del tiempo. Ahora Barcelona ya no es una ciudad llena de zanjas y hay cosas que descuadran. Pero vamos, en mi opinión, si en vez de Barcelona sucediera en Madrid y se cambiaran algunos nombres, estaría de plena actualidad.

1 comentario:

Montse dijo...

Bueno, esto de que Barcelona no está llena de zanjas...
No veas como estamos con el AVE!