26 de agosto de 2015

V de venganza - Sue Grafton

Desde 2011 no había vuelto a leer ninguna novela de la serie "El alfabeto del crimen" de Sue Grafton, protagonizada por Kinsey Millhone. Tenía pendiente ésta desde 2012 en la estantería, tan bien camuflada que, hasta que no me he topado con la W, no me he acordado de que la tenía.

La novela empieza con la muerte de un chaval que debe dinero a un prestamista y que no puede devolverle la pasta porque la ha pedido en los casinos de Las Vegas.
 
En un salto temporal hacia adelante, Kinsey se ve envuelta en la detención de una mujer que estaba robando artículos en unos grandes almacenes. Cuando la mujer aparece muerta bajo un puente, con pinta de haberse suicidado, Kinsey es contratada por el novio de la mujer para que averigüe la verdad de su muerte, pues él no puede creer la teoría del suicidio. Las averiguaciones de Kinsey, que por algo es detective privado, le llevan a enterarse de la existencia de algo parecido a una ONG que se dedica a recoger ropa para los pobres, aunque en realidad es una tapadera para el robo y su posterior venta de ropa de marca y artículos de farmacia.

Al mismo tiempo se nos cuenta la historia de Nora, una mujer casada con Channing, que es un tipo con un nivel de vida estupendo. Nora ha perdido un hijo y ve que su matrimonio con Channing no está en su mejor momento, pues él se ha liado con su secretaria. Nora decide vender sus joyas para tener dinero en efectivo por si las moscas y así conoce a Dante, un tipo que se dedica a negocios turbios. Dante se queda prendado de Nora y la tienta para que se líe con él.

En un momento dado, todas las historias convergen y se van resolviendo, como es habitual en las novelas de Millhone. A mí me gustan. Kinsey no es una superwoman y su vida es un poco "abandoná"; no tiene ni pizca de glamour, ni de familia ni de ná. Pero me gusta.

Llama muchísimo la atención que trabaje con una máquina de escribir y papel carbón, elementos desaparecidos en combate con la llegada de los ordenadores; que no haya teléfonos móviles ni tecnología punta. La acción transcurre en 1987, así que eso lo explica todo. Pero leído hoy, te quedas paradísima pensando en que en unos años nadie sabrá lo que era el papel carbón...

19 de agosto de 2015

Blitz - David Trueba


Desde 2008 llevaba esperando que Trueba sacara una nueva novela. Se ha hecho esperar, tras la excelente "Saber perder" (regalo de mi amiga Su; gracias, guapa). 

Blitz nos cuenta cómo Beto, un joven arquitecto paisajista, acude a un congreso en Munich con su novia para presentar un proyecto de jardín diseñado por él. Nada más empezar nos enteramos (todos, incluído Beto), que Marta, su novia, le quiere dejar por otro. Con esta premisa, tan prometedor viaje se convierte en una mierda para Beto, que ve su mundo tambalearse y caer. Se deja arrastrar por el pesimismo y, en un arranque de orgullo, deja que Marta vuelva sola a Madrid y él se queda en Munich sin pasta ni nada que hacer. Le encuentra Helga, la persona que les había recogido en el aeropuerto y presentado en el congreso; Helga es una mujer cercana a los sesenta, divorciada, entradita en carnes. Lo opuesto a Marta. Helga le acoge en su casa y juntos se emborrachan y acaban en la cama. Como es previsible, él se avergüenza a la mañana siguiente de lo que ha hecho (es una mujer mayor, gordita, blablabla, la verdad es que queda como un auténtico zoquete) y sigue dando tumbos por Munich hasta que consigue volver a Madrid, encontrar otro trabajo en Barcelona y redireccionar su vida. 

La verdad es que Beto es de colleja continua. Un cretino de marca mayor. Un perdedor absoluto. Y que la novela dista mucho, mucho de "Saber perder", que era una joya. Pero es una novela breve, no se hace pesada, y en algunos párrafos te saca una sonrisa.
Pero los estímulos desasosegantes de un cuerpo con imperfecciones evidentes se diluyeron cuando ella misma terminó por desprenderse del sujetador, en cuyo cierre mis dedos habían forcejeado con heroísmo paralímpico.

15 de agosto de 2015

La extraña desaparición de Esme Lennox - Maggie O'Farrell


Iris es la dueña de una tienda de ropa de segunda mano, soltera, joven, dueña de su vida. Tiene un hermanastro llamado Alex y un amante casado. Su vida transcurre con tranquilidad hasta que recibe una carta de un psiquiátrico cercano, y después una llamada, en la que le comunican que van a cerrar el establecimiento y que debe hacerse cargo de Esme Lennox, una mujer de casi ochenta años de la que hasta ese momento no sabía nada y que resulta ser hermana de su abuela. 

La historia de Esme la cuentan al alimón ella, con sus recuerdos intactos tras sesenta años de reclusión, y Kitty, su hermana, sumida en el abismo del alzheimer. Y esta historia se entrelaza con la de Iris y sus relaciones personales y sentimentales. La historia de Esme, desde la muerte de su hermano Hugo en la India hasta que es internada en el psiquiátrico por sus padres es la de una niña poco convencional y poco dispuesta a someterse a las convenciones a las que a principios del siglo XX debían someterse las niñas de buena familia inglesas. La historia dentro del psiquiátrico es pavorosa, la verdad. Cualquiera podía obligar a su mujer, a su hija, a su madre, a ser internada allí con las excusas más peregrinas y sin posibilidad de salir si la familia no lo pedía. 

Cuando Iris se hace cargo de Esme descubre cosas de su familia que no sabía, secretos tremendos que darán un vuelco a su vida. Y el desenlace final es sorpresivo, la verdad. 

Puede parecer que es un libro del tipo de Kate Morton o de Lauren Willig, pero nada más lejos de la realidad. 

13 de agosto de 2015

El amante japonés - Isabel Allende


Isabel Allende cada vez se parece más a sí misma. Si en "El juego de Ripper" trató de cambiar el chip y no le salió bien, en "El amante japonés" vuelve a sus relatos y aburre a las ovejas (y a mí). De toda la historia entre Ichimei y Alma no hay nada que se salve. La historia de Irina es deslavazada. Seth, el nieto de Alma, tiene un punto machista que no me gusta. De toda la historia, lo único que me ha parecido interesante, porque lo desconocía (la historia de los Estados Unidos está llena de cosas que desconozco), ha sido la parte en la que cuenta la creación de los campos de concentración al comenzar la segunda guerra mundial para meter a los japoneses que vivían en EE.UU. Allí fueron recluidos hombres, mujeres y niños japoneses de primera y segunda generación en el país; sus posesiones (tierras, casas) fueron requisadas, las cartas que escribían fueron censuradas, así como el aprendizaje de las artes marciales dentro de los campos. Aparte de que las leyes de segregación racial les impedían casarse con blancos (no sólo los negros estaban discriminados).

No sé si es que ya se repite como el ajo, o es que sus primeros libros fueron la novedad y tenían otro aire. Pero desde luego éste es para mí prescindible. (Me pasó también con "Vivir para contarla" de García Márquez: era como si hubiera hecho un refrito con todo lo anterior, pero de peor calidad)

5 de agosto de 2015

El discreto encanto de la vida conyugal - Douglas Kennedy


Hannah es hija de un catedrático que lucha por los derechos civiles y de una artista que se codea con los grandes pintores de Nueva York. Pero, en lugar de aprovechar esa circunstancia, decide llevar una anodina vida de mujer casada con un médico rural, a pesar de haber hecho ella misma una carrera. Su marido, Dan, es un tipo poco expresivo, enamorado de su profesión, que la lleva a vivir a un pueblo de mala muerte cercano a la frontera de Canadá, donde habitan una casa pequeña junto con su hijo Jeff, de apenas unos meses. Corren los años 60 y las luchas por los derechos civiles se han radicalizado en algunos lugares.

Pero un acontecimiento viene a turbar toda esa paz y ese sosiego (y ese aburrimiento) de la vida conyugal de Hannah. Y ese acontecimiento retorna cuarenta años después para poner patas arriba toda la vida de Hannah, de Dan y de sus hijos.

Me ha parecido feroz la forma en que en Estados Unidos se juzga en todos los ámbitos a una persona por un hecho que solamente atañe a su vida personal. Esa moralina horrible de los yankis que juran encima de la biblia cuando tienen que declarar en un juzgado; o que no puedas manifestar libremente que estás a favor del aborto sin que se te echen encima hordas de providas. Aunque no hay más que recordar cómo se vivió en Estados Unidos la mamada que le hizo Monica Lewinski a Bill Clinton y cómo vivimos en España la (supuesta) infidelidad del rey Juan Carlos con Corina.

Os dejo un par de párrafos que señalé, que a mi juicio definen perfectamente el "discreto encanto" de la vida conyugal.
En cuanto esas palabras salieron de mi boca, me arrepentí. Pero eso es lo que tienen las peleas, sobre todo con la persona más íntima, y con la que nunca te peleas: cuando algo se suelta, cuando, sin más ni más, todo explota de repente, salen toda clase de cosas horribles.
(...) nadie excepto los dos participantes principales pueden entender realmente la compleja geografía interna de un matrimonio.